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El navarro Ander Olcoz compite por primera vez junto a sus compañeras en un deporte marcado por un histórico abismo de género: “Al final te acostumbras, pero nadie debería tener que pasar por eso”

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Se llama Ander Olcoz, es de Tafalla (Navarra) y tiene 17 años. A los siete, cuando todavía alternaba la natación con el atletismo y la mayoría de los chicos de la ikastola se decantaban por el fútbol, el baloncesto u otros deportes mayoritarios, a él le picó el gusanillo de la gimnasia rítmica. “Un día fui a ver a mi prima mayor a un entrenamiento, y decidí apuntarme. Lo hice sin saber absolutamente nada de este deporte, porque solo le había visto aquella vez a mi prima, nada más. Comencé sin saber que era mayoritariamente de chicas. De hecho, al inscribirme estaba todo en femenino y me sorprendió”, cuenta por teléfono.

Desde entonces, Ander se prepara e invierte horas y horas sobre el tapiz como cualquier otra gimnasta más. Pero lo hace, lo hacía hasta hace nada en realidad, con un inmenso muro por delante: por el mero hecho de ser un chico, no podía competir junto a Ane Ariz, Vega Cigudosa, Andrea Herrero y Ane Ibáñez, sus compañeras del Lagunak. Afortunadamente, en 2020 la Federación Española de Gimansia (RFEG) eliminó la norma y hace dos fines de semana, en Valencia, él y su equipo brillaron con luz propia en el Campeonato Nacional de Conjuntos, donde obtuvieron tres medallas: el oro en categoría mixta, y el bronce en open y general.

“De pequeño, en Navarra sí podía competir en competiciones por equipos, pero cuando pasé a hacerlo a nivel nacional no se admitían chicos. Por suerte, mi club [de Barañáin, localidad limítrofe con Pamplona] siempre ha apoyado los equipos mixtos incluso cuando no estaban permitidos”, cuenta. “Me preparaba sabiendo que no iba a poder demostrar todo lo que había trabajado durante el año, y eso siempre es duro. Pedías una explicación sobre por qué no podías competir, y tampoco te la daban. No es lo más agradable y al final te acostumbras, pero nadie debería tener que pasar por eso”, prosigue el navarro, que compagina el deporte con un grado medio de Diseño Gráfico.

Dice Olcoz que él no ha sufrido episodios feos ni malas experiencias, pero que otros chicos sí han sido rechazados o han tenido que escuchar comentarios. Recuerda, eso sí, que hace un par de años le tocó vivir un episodio surrealista: “Entonces, mis compañeras se proclamaron campeonas de España, pero a mí no me dejaron bajar para recibir la medalla; no pude competir, pero había estado trabajando toda la temporada con ellas y tenía derecho a hacerlo, como un suplente más. Ese día tuve que pagar la entrada y sentarme entre el público”.

Desde que empezó, Ander siempre ha tenido el respaldo absoluto de sus padres y su hermano Ibai. También el de su preparadora, Uxue Almiñana. “El deporte no tiene género, así que le integramos en el equipo al cien por cien, aunque no pudiera competir de manera oficial. Lo que ocurrió en Valencia fue muy bonito, es un honor trasladar ese mensaje de igualdad”, transmite la preparadora, todavía emocionada con el ejercicio que concedió el oro a su equipo en el mixto.

Mientras sus gimnastas hacían piruetas y volaban los aros y las mazas, acompañaba a la música la voz inclusiva de Almudena Cidla única gimnasta rítmica que ha disputado cuatro finales olímpicas: “La desigualdad señala los privilegios, por eso cuesta tanto el cambio. Pero la realidad es que juntos sumamos. En mí, siempre encontraréis un lugar para todas. Y todos”.

Con timidez, Olcoz valora que la presencia masculina en la rítmica va creciendo poco a poco, aunque precisa que aún falta mucha visibilidad. “A primera vista, todavía sorprende que un chico haga gimnasia, pero hoy día ya se ve como algo más normal y creo que la cosa está cambiando. Antes, los clubes no formaban equipos mixtos porque tenían la sensación de estar perdiendo el tiempo. En 2009, cuando se hizo por primera vez el Campeonato de España, apenas había chicos, pero ahora hay bastantes más”, indica, recordando a la vez que la rítmica y la natación sincronizada son los dos únicos deportes olímpicos excluyentes, en los que compite exclusivamente el sexo femenino.

La Federación Española (RFEG) permite federarse a los hombres desde 2009. Aunque la cifra de licencias masculinas aumenta, la brecha sigue siendo muy grande y los tabúes no terminan de desaparecer. En 2014, el organismo registró a 1.666 hombres frente a 22.366 mujeres; dos años más tarde, la diferencia fue de 2.961-37.105; en 2019 continuó pronunciándose pese a que se alcanzó el pico masculino: 4.422-41.462; y en el último ejercicio se alcanzó el femenino, 46.521, por 3.290 chicos.

“Pese a todo, España va muy por delante en ese sentido. Es uno de los países pioneros en el desarrollo de la gimnasia rítmica masculina; en otros, a los chicos ni siquiera nos aceptan”, denuncia Ander, que además de competir también imparte clases a niños y concluye: “Obviamente, quedan muchísimas cosas por conseguir. Yo he tenido la suerte de que me han apoyado siempre. A los que empiezan les digo que peleen, que si de verdad les gusta, no se echen atrás ni tengan ningún miedo”.

Sorgente: Por una rítmica de todas… y todos | Deportes | EL PAÍS

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