Una de las grandes diferencias entre el tirón de la economía española y la debilidad de Alemania tiene que ver con el empuje del consumo gracias al saldo migratorio.
La oferta de empleo es de hace unas semanas. Se busca personal para trabajar como cuidadores geriátricos en Alemania. ¿Sueldo? Más de 2.500 euros brutos, con curso de alemán y Formación Profesional incluidos.
Del titular se deduce una cosa clara: Alemania necesita gente. La falta de trabajadores se ha convertido en una de las causas que explican la debilidad de su economía.
“La demanda doméstica en Alemania no está incrementando su gasto en términos reales”, explica María Romero, socia directora de Economía en Analistas Financieros Internacionales (Afi). En España, en cambio, el consumo está tirando con fuerza de la economía, y ese empuje viene de la mano de la inmigración.
“El máximo factor diferencial entre el consumo que tira en España y en Alemania (donde no tira) son los flujos migratorios que estamos recibiendo”, precisa Romero.
Más allá de una cuestión de modelo productivo y dependencia energética (que también), es un tema de flujos migratorios. En 2022, la economía española recuperó (al fin) lo perdido durante la pandemia, en parte gracias a un crecimiento meteórico: el PIB se disparó un 5,8%, aupado por el consumo y el sector exterior.
Ese mismo año entraron en España 1,25 millones de personas procedentes del extranjero, frente a 531.889 personas que se marcharon fuera de España. El resultado es un saldo positivo: España ganó 727.005 nuevas personas viviendo en el país, el mayor saldo de los 10 últimos años.
“Eso, aunque solo sea por volumen, significa más de 700.000 personas que están consumiendo, contribuyendo a la Seguridad Social”, apunta Romero. Eso no está ocurriendo en Alemania, y también se nota.
Estamos hablando de más de 700.000 personas en un país de 45 millones. Es un flujo equivalente o incluso superior al que hubo durante la burbuja inmobiliaria, cuando se requería mano de obra a punta pala para construcción. “España está recibiendo migrantes de manera brutal, y eso tiene efectos”, comenta Romero.
“La migración tiene un profundo y amplio impacto en la economía”, coincide la OCDE en diversos informes, en los que analiza su impacto en el empleo, salarios y la fiscalidad de los países.
¡Nos quitan el trabajo?
Realmente no es una pregunta ni una exclamación. Es, más bien, una negación: “La idea de que los inmigrantes quitan el trabajo a los locales es errónea y muchos estudios lo demuestran: este debería ser el discurso imperante”, zanja en un artículo Giovanni Peri, profesor de economía en la Universidad de California y fundador del Centro de Migraciones Globales.
La gente suele pensar que si un extranjero ocupa un puesto, no lo puede ocupar un local. Pero en el mercado laboral de una economía compleja se crean y destruyen puestos sin cesar. Y una economía así necesita muchos tipos de empleos.
“La llegada de inmigrantes no está deteriorando las variables del mercado de trabajo, sino incluso lo contrario“, coincide Romero.
Lamentablemente, muchas de las personas migrantes desempeñan puestos en sectores con mayor precariedad. “Los inmigrantes no se distribuyen por igual en la economía. Están muy concentrados en una serie de sectores, sobre todo en los servicios poco cualificados”, confirma la OCDE.
Algo parecido a lo que ocurrió con los españoles que emigraron del campo a la ciudad en la década de los 60. Ocupan, por ejemplo, vacantes desiertas que no hay forma de cubrir (y España tiene precisamente un problema de vacantes).
“La ampliación de la fuerza laboral es útil para cubrir puestos de trabajo de difícil cobertura, tanto cualificados como no cualificados. En el caso de los inmigrantes no cualificados, a menudo cubren empleos en sectores donde la demanda supera la oferta de trabajadores locales, como la agricultura, la construcción y los servicios domésticos”, ilustra Mestres.
Concretamente, los afiliados extranjeros copan el 42% de los empleos domésticos y el 26% en hostelería y agricultura, según este artículo de El País con datos del Ministerio de Seguridad Social. Justo las tres actividades con peores salarios.
Pero no es solo un tema de vacantes: muchos de los puestos que ocupan generan a su vez demanda de otros tipos de empleo que, a su vez, ocuparán más trabajadores del país.
¿La prueba? El mercado laboral funciona a toda máquina y la tasa de paro continúa bajando. La entrada de 727.005 personas en 2022 no impidió que España superara el número mágico de los 20 millones de ocupados ese año, ni tampoco que creara más empleo que Francia y Alemania juntas en 2023.
No solo no roban empleo, sino que ayudan a que los salarios mejoren. “El consenso en la investigación económica dice que la inmigración no tiene un impacto negativo significativo en los salarios de los nativos, y puede, bajo ciertas condiciones, tener efectos positivos, especialmente cuando hay complementariedad entre las habilidades de los inmigrantes y los trabajadores locales”, explica Mestres.
Concretamente, un estudio elaborado por la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas en EEUU concluye que la inmigración tuvo un impacto positivo de entre el 1,7% y el 2,6% sobre los salarios de trabajadores nativos estadounidenses menos cualificados entre el año 2000 y 2019, y ningún efecto negativo sobre los nativos universitarios. También tuvo un efecto positivo en la tasa de empleo.
En 2024, la creación de empleo ha seguido: España alcanzó un récord histórico con 21,4 millones de empleados, cifra a la que hubiera sido imposible llegar sin la mano de obra extranjera (que creció un 7,5%, frente al 1,7% de los nacionales y ya supera el 13% de los afiliados en agosto). Entre otras cosas, porque España sufre las consecuencias del invierno demográfico, un problema que solo puede ir a peor.
La guerra por el talento en el invierno demográfico
La guerra mundial por el talento ya ha comenzado, y en España falta gente. Precisamente por eso, “el crecimiento económico es importante y las políticas de inmigración que permiten el crecimiento y el desarrollo en Europa serán parte del mismo”, apunta Peri.
Aunque no se puede fiar la sostenibilidad del sistema de pensiones a un tema de números (lo que hay que reformar es el modelo), lo cierto es que, “la inmigración permite para contrarrestar los efectos del envejecimiento de la población y ayudar a la sostenibilidad de los sistemas de seguridad social y pensiones”, apunta Mestres.
En general, continúa Mestres, “la inmigración suele tener efectos fiscales positivos, ya que los inmigrantes tienden a contribuir más en impuestos y cotizaciones de lo que reciben en beneficios sociales”. Especialmente cuando se consideran sus contribuciones durante toda su vida laboral.
Si se comparan los impuestos y contribuciones que pagan los migrantes con las prestaciones y servicios públicos que reciben, el resultado es que dan más de lo que reciben. Según datos de la OCDE, en España ese impacto fiscal neto ascendería al 0,8% del PIB:
El envejecimiento demográfico es una realidad global y los países ya se están lanzando en busca y captura de talento más allá de sus fronteras. La mitad de los trabajadores que hay en España se van a jubilar de aquí a 2035. Eso son poco más de 10 años y, teniendo en cuenta el envejecimiento demográfico y la menor natalidad, van a hacer falta jóvenes para ocupar muchos de esos puestos de trabajo.
La proporción de jóvenes de entre 16 y 24 años en busca de trabajo se ha reducido de un 50% en 2003 a poco más de una tercera parte. En los últimos años el mercado laboral ha perdido a 700.000 jóvenes, a 38.000 por año, destaca un estudio de Cepyme.
“Deberíamos admitir que la mano de obra de los países europeos ha empezado a disminuir a causa del descenso demográfico. En países como Italia, España y Grecia, la tasa de fecundidad ha caído, y la población disminuirá en varios millones en las próximas décadas. Se pueden calcular los puestos de trabajo que no se sustituirán, y considerar la cantidad de inmigrantes necesaria para mantener el volumen de empleos”, explica Peri.
Por lo pronto, que las cosas estén yendo bien de forma diferencial en España explica que esos flujos migratorios se mantengan (eso de que la economía va como un cohete, que diría Pedro Sánchez).
Pero también favorece la atracción de talento, que será un bien cada vez más preciado y escaso en el futuro. La ocupación sube con fuerza, pero crece todavía más en sectores de alto valor añadido: la afiliación en trabajos relacionados con Información y Comunicación y Actividades Profesionales, Científicas y Técnicas creció un 4% en agosto, frente a la media del 2,8% del total de ocupaciones.
A pesar de los beneficios de la inmigración, no es tan fácil. Europa tiene un problema de coordinación en las políticas de inmigración: hay muchos países dentro de la Unión Europea y del espacio Schengen, y diversos intereses.
“La gestión de la inmigración es compleja, y es fundamental contar con políticas de gestión bien diseñadas para maximizar estos beneficios. No solo se trata de facilitar la entrada de inmigrantes, sino también de asegurar su integración adecuada en el mercado laboral y en la sociedad en general”, recuerda Mestres, para quien una gestión eficaz implica proporcionar apoyo a la formación, la educación y el aprendizaje del idioma, así como asegurar la igualdad de oportunidades en el empleo.
Esto, añade, “no solo mejora las perspectivas económicas de los inmigrantes, sino que también maximiza su contribución al desarrollo económico del país receptor y fomenta una cohesión social más sólida”.
Sorgente: La economía española crece más que Alemania… y en parte es gracias a la inmigración
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